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WORK & HOLIDAY VISA | Australia – Mi camino

Todos tenemos una leyenda personal que merece ser vivida, aquello por lo que nacimos está latente en cada momento que vivimos y en cada camino que elegimos seguir, pero solo la experiencia es la única capaz de definir quiénes llegamos a ser. Hace apenas tres meses cambió todo para mí, llevaba un año esperando la oportunidad de aprovechar mi Work & Holiday Visa para irme a Australia y ese momento había llegado. Solo cuando deseamos algo con todo nuestro corazón estamos llamados a atraerlo, solo cuando tenemos un sueño y este se repite cada noche, la esperanza de lograrlo se convierte en la única verdad que perseguimos. Y así es cómo me decidí a dejarlo todo y dejar que mi leyenda personal fuera la dueña de mi destino. Solo cuando tenemos esto presente, el universo conspira para que nuestra leyenda personal se haga realidad.

Dejarlo todo por un nuevo comienzo

Días de ajetreo, de agenda apretada para despedirme de todas mis amistades y de preparar mi seguro acorde con mi Work & Holiday Visa, se fueron sin apenas ser apreciados. Así, dejé Madrid el 15 de octubre de 2019 subiéndome a un avión sin retorno, en un vuelo guiado hacia mi sueño de vivir en la otra punta del mundo, con un billete sin destino definido y una mochila llena de todo el peso que quería ir dejando en el camino. Os prometo que abandoné proyectos con los que me había ilusionado durante meses, un trabajo que me gustaba, una familia a la que sabía que echaría tanto de menos que sería mi punto flaco para volver algún día, y sobre todo una vida sentimental asentada en una rutina que cuanto menos me encantaba, pero tuve que decidir, seguir siendo la persona que la vida espera que sea o coger mi vida y hacer de ella lo que yo quiero.

Ya llevaba años informándome sobre Australia, siempre he sido un buscavidas y quería venir preparado, sabía que quería viajar por todo el país así que quise optar por la Work & Holiday Visa, pero hay muchas otras opciones que estoy seguro de que ya conocéis, pero este fue mi caso. Lo primero que hice fue asegurarme las coberturas de un seguro que fuese acorde y personalizado a la experiencia que iba a vivir, y así elegí Travelfine, mismo idioma, cercanía, eficacia y flexibilidad con cada uno de mis propósitos y urgencias antes de irme. Siempre deseamos que nuestro viaje se viva sin riesgos, pero hasta yo, sabía que acabaría utilizando el seguro en algún momento de mi viaje, y así fue.

En mi vuelo de ida hacia la única escala de mi viaje en New Delhi, iba nervioso, infinidad de imágenes se paseaban en mi cabeza, todas esas despedidas, toda esta valentía que corría por mis venas al dejarlo todo estaba empezando a hacerse notar.

Siempre he sido una persona muy abierta y hasta ahora siempre había admirado más las historias de los demás que la mía, pues eran mucho más interesantes, y ¿por qué? Porque se habían atrevido a enfrentar sus miedos. Hoy han pasado tres meses desde que cogí ese avión y ahora sentado en mi cuarto, viviendo en el pleno Royal National Park de New South Wales me doy cuenta de que mi historia, merece la pena ser contada, para aquellos que se arriesgan y aquellos que quieren viajar sin arriesgarse.

Tras ocho horas de vuelo me tocaba cambiar de avión y retomar mi trayecto hacia Melbourne, mi primer y soñado hogar. Este es el primer viaje que hago “solo” pero cuando viajas así, siempre estás acompañado, te abres al mundo, a las conversaciones de ascensor y a todo lo que te dé algo más de vida en sociedad, hacer amigos, cuando viajas, es fácil, pues todos queremos a alguien que nos escuche a nuestro lado, compartir nuestra cultura y nuestras experiencias nos hace sentir vivos. Así es como conocí a mis dos primeros amigos de Alemania, sentados también junto a mí durante las 12 horas de trayecto que me esperaban hasta Australia. Confieso que no andaba muy confiado con mi inglés hasta conocerlos, al principio me notaba tímido, pero tras tantas horas hablando me di cuenta de que les acababa de contar mi vida y ellos a mí la suya en un lenguaje en el que yo, modestamente me veía bastante limitado.

Melbourne, mi primer hogar

Así llegué a Melbourne, una ciudad que, actualmente, considero un hogar, mi segundo Madrid vaya, pero he de decir que lo de “4 seasons in one day” me afectó y de verdad, llegué con un viento y un frío terrible la mañana del 17 de octubre y esa misma tarde me estaba muriendo de calor. Aterricé con varios amigos previamente contactados, con varias empresas de trabajo ojeadas y con medio currículum hecho, pero el haber hecho a mis dos primeros amigos backpackers hablando más inglés que en varias horas de academia eran algo que no tenía previsto encontrar tan rápido.

Aquí es donde me di cuenta de lo importante que es dejarte sorprender y dejar de intentar controlarlo todo, pues chicos, puedo deciros que estos tres meses de viaje no han sido la experiencia que esperaba, han sido los mejores tres meses de mi vida, ¿que por qué? porque me he dejado llevar y no le he negado una sonrisa a nadie, porque no he juzgado y he empatizado con cada persona que he conocido y mi buena actitud ha sido la reina de mis peores días, algo que nunca había enfrentado en España, dejando mi zona de confort en todos los aspectos, enfrenté mis mayores miedos sabiendo a lo que venía.

Pasé la primera noche en un hotel para respetar mi descanso con el llamado jet lag, y fue al día siguiente cuando comencé a experimentar el ser un verdadero backpacker, pues vine con tres mochilas y actualmente ya solo tengo dos y solo quiero una… Mi familia me había advertido acerca de todos los animales y peligros que acontecen en Australia y de la importancia de un seguro fiable, así que desde el principio anduve con pies de plomo, sabía que si algo me pasaba no estaría solo, y Travelfine me atendería lo más rápido posible, pero siéndoos sincero, no quería que esto ocurriera. Llegué a mi hostal en St Kilda con esa excitación de quien sabe que de ahora en adelante ningún día volvería a ser el mismo nunca más. Comencé a conocer a mis compañeros de habitación, todos de Inglaterra, por cierto, recibí varios consejos y empecé a diferenciar los acentos, italianos y alemanes a raudales por todo el edificio hacían de mis días intentos por mejorar mi forma de expresarme. Si algo tenía claro es que venía a superarme a mí mismo, pero no sin antes aprender y mejorar el idioma en el que quería a superarme claro. Comencé con mis primeros free tours por la ciudad, me apunté a varios intercambios de idiomas, asistí a conciertos en medio de parques y conocí a españoles, chilenos y colombianos que con el tiempo han acabado siendo mi familia. Eso sí, Melbourne como ciudad es increíble, y he de decir que no planeé ninguno de mis días allí, pero cada uno de ellos tenía algo que diferente y random que hacer. Desde el principio ya me había propuesto conocer mínimamente a una persona nueva por día, y así lo hice, invertí mis primeras semanas en conocer los entresijos de la ciudad y en hacer nuevos amigos. Tenía dinero ahorrado y no quería agobiarme por buscar trabajo al menos el primer mes, pues todo el mundo estaba desesperado, y yo creo que, con actitud, al final, todo llega, sé calmado y sé consciente de lo que vales y de tus objetivos y las oportunidades vendrán a ti.

Solo pasé cuatro días en el hostal, pues antes de venir a Australia ya tenía conseguidas dos semanas aseguradas de alojamiento gratis a cambio de hacer house sitting cuidando a dos gatitos para dos familias australianas, ya tenía experiencia cuidando animales de compañía en España así que no fue demasiado difícil demostrar mi experiencia.

Me bañé con frío en playas, tomé el sol bailando en la arena en plena Navidad, hice las típicas fotos que todo turista quiere hacer, descubrí los mejores pubs y restaurantes de Melbourne, visité sus museos solo y acompañado, aprendí a usar la Myki card, asistí a barbacoas aussies con amigos, salí de fiesta e hice de algunos lugares verdaderas fiestas, conocí a mis mejores amigos en otro idioma y fui descubriendo la magia de esta ciudad poco a poco. Pero reconozco que fueron dos semanas en las que apenas fui consciente de estar en Australia, no había visto ningún paraje natural de no ser por alguna que otra escapada cerca de la civilización para hacer hiking, pero apenas había visto algún canguro (pues a los animales aquí y en cualquier parte del mundo siempre querré encontrármelos en libertad) además, asistí a eventos culturales y conocí gente que no esperaba conocer. Todo fluyó, así que, enseguida estuve envuelto en una vida cómoda en otra ciudad más, eso sí, Melbourne ya me había enamorado. Ahora quería satisfacer el afán de libertad y de explorar antes de ponerme a buscar trabajo en serio y asentarme un poco, así que, acudí a los famosos y útiles grupos de Facebook para buscar alguna que otra aventura. Y es que, cuando viajas con una Visa Work & Holiday, tienes toda la libertad del mundo para moverte, trabajar, viajar y vivir allá donde la imaginación te lo permita.

Dejarlo todo por un nuevo comienzo

Great Ocean Road, Adelaide & Grampians National Park

Las causalidades se dan porque se tienen que dar y creo firmemente en que cada persona que conocemos tiene un significado más que aportar a nuestro viaje para que este cobre sentido. Creyendo en esto y confiando en la oportunidad de lo desconocido encontré en Facebook a los primeros travel mates de mi gran aventura. Qué viaje nos esperaba, éramos dos holandeses, una francesa, un suizo y un español que iban a intentar ponerse de acuerdo con personas que no se conocían entre sí, en otro idioma, hablar de dinero y gastos de alquiler, tomar decisiones en conjunto y ayudarnos unos a otros cuando más lo necesitáramos, sin duda, iba a ser un reto, pero quise afrontarlo, ¿y sabéis qué? No pudo ir mejor, porque confié en lo inesperado, puse mi actitud más positiva y atraje la aventura que quería vivir. Hubo otras personas que quisieron unirse anteriormente también, pero su falta de actitud y atrevimiento hizo que al final desistieran, y esto no hizo que nos negáramos a hacerlo, pues en el último minuto no pudo salir mejor. En todo mi viaje he aprendido varias lecciones, pero sin duda, la de darme a los demás y confiar en las personas sin juicio ha sido la más relevante y reveladora para mí.

Como no quiero extenderme contando lo que fue esa semana de horas conduciendo una caravana, música, bromas y grandes conversaciones en inglés, contratiempos, mal clima, valentía, felicidad absoluta e intercambio cultural, aquí os dejo un vídeo que resume nuestro sueño: https://www.youtube.com/watch?v=6Uj7AI_duIw&t=10s

Trabajar en Australia

Renovado, habiendo visto parajes indescriptibles por nuestra propia mirada y varios canguros a lo largo del trayecto, vine con las ganas necesarias para ponerme serio a la hora de establecer un hogar en Melbourne. Encontré una semana de alojamiento gracias a una pareja de españoles que me lo ofrecieron todo apenas sin conocerme y a día de hoy, son definitivamente mi familia en Australia. En una semana ya había encontrado casa, una habitación compartida con un chico de Malaisya fue más que perfecto para mí, pues me adapté rápido y vivía cerca de la playa de St Kilda. Así que, mientras me ponía manos a la obra, hice alguna que otra entrevista y ofrecí varios CVs en lugares que me llamaban la atención, me saqué el RSA para trabajar sirviendo alcohol y la White Card para trabajar en construcción, pero no me dio tiempo siquiera a invertir ese esfuerzo pues gracias nuevamente a grupos de Facebook encontré trabajo como jardinero, algo que, sin duda, me apasionaba la idea de aprender. Así que ahí estuve, tres duras semanas de levantarme a las 6 de la mañana para irme a la otra punta de la ciudad y llegar a casa sucio y agotado a las 6 de la tarde. Toda mi vida he intentado trabajar en puestos que me gustasen, haciendo algo que me mantuviese creativo, entretenido y aprendiendo constantemente, para mí, cuando llega el momento en el que dejas de disfrutar y de nutrirte acerca de lo que haces, es hora de cambiar. Así que, al dejarlo, trabajé una última semana como bartender en algún que otro festival de los que me gustan y ocasionalmente en una granja de caballos de carreras moviendo cientos de pilas de heno a pleno sol. En Australia tienes que ser fuerte, siempre vas a estar rodeado de gente y amigos, pero ellos, igual que tú, a la hora de la verdad tienen que enfrentar determinadas situaciones únicamente por sí mismos.

Travelfine al rescate

En mi último mes en Melbourne me hice un esguince en el dedo de la mano, me picaron varias abejas trabajando, me hice quemaduras y me dio una intoxicación alimenticia por no controlar los tiempos de la comida que me preparé una noche antes de ir a trabajar. Además, alertado por las venenosas arañas de este país, no hubo día en el que no estuviera en contacto con alguna debido a mi trabajo, pero os puedo garantizar que no sentí miedo en ningún momento. Travelfine me ayudó en cada una de mis urgencias, Australia es un país en el que se tienes que pagar bastante por cada urgencia que te surja tengas que ir al médico o al hospital. Recuerdo aquel esguince de dedo instantáneamente, un dolor punzante, hacía años que no me hacía un esguince, y en dos meses fuera de mi país voy y me tuerzo el dedo. Llamé a mi seguro y en menos de una hora ya tenía una cita concertada para el mismo día en el hospital más cercano a mi residencia. Demasiado fácil, pues cuando llegué a urgencias ya sabían mi nombre y tenían todo el papeleo hecho y en cuestión de dos semanas estaba recuperado. Nunca me había sentido tan apoyado y cercano a una empresa, pero su eficacia me sorprendió desde el primer día, tanto la comunicación como la preocupación que mostraron por mí fue excelente. Eso sí, minucias en comparativa a lo que el mundo representa, pero para mí gestos como estos cuando estás “solo” en otro país me marcaron. Pero, también fueron las señales que me hicieron ver que quería dejar Melbourne un tiempo para seguir explorando, vengo de una gran ciudad como es Madrid y sabía que el momento de cambiar había llegado. Hubo momentos difíciles de mucha reflexión, pero qué orgulloso estoy de haberlos superado y enfrentado por mí mismo las barreras del idioma y de la situación. El poder echar una mano a otras personas que venían en mi ayuda también ha sido un punto de inflexión que me ha hecho fuerte y reconocido entre las personas que he ido conociendo. Recuerdo haber ayudado a una amiga que se hizo una brecha en la ceja y no sabía manejarse con el idioma ni con su seguro (que era australiano). Quiero hacer hincapié en lo importante que es saber qué contratamos y quién nos acompaña durante el viaje, al final, la confianza la representan las personas que se preocupan por ti y que te dan todas las facilidades y herramientas para que en cualquiera de los casos sepas utilizar el servicio que contratas. Este no fue el caso, y al menos yo ya había tenido la experiencia de mi seguro. Ahora soy amplio conocedor de qué hacer en situaciones de urgencia a la hora de mantener la calma, sé manejarme con los seguros médicos con los que viajamos y he guiado y cuidado a personas que acababan de llegar a Australia con trámites y situaciones que no esperaba, pero que me llenaban el alma. De no ser por mí, a día de hoy ella habría tenido que pagar una gran cantidad de dinero solo porque la cosieran la ceja sin que su seguro le devolviese el dinero. Sé que este tipo de actos serán algún día como una cadena y otras personas viviendo la misma situación serán ayudadas por las personas a las que un día guie, pero qué importante es informarse y que te asesoren, y no os estaría contando esto, si no fuera algo que realmente me afectó y con lo que me siento tremendamente orgulloso de haber contado con la ayuda de Travelfine en mi caso.

Fin de año en Sydney

Acontecido por todas las señales físicas que fui recibiendo las semanas anteriores, decidí moverme de Melbourne, además la alarmante discusión y problemática de los fuegos que afrontaba Australia en diciembre, quería ser conocedor de la situación más a fondo y viajar a Sydney, pues ya llevaban varias semanas siendo conscientes del peligro de esta situación con alguna que otra manifestación y máscaras en las calles. Pasar allí fin de año fue algo improvisado y que tomé a última hora al encontrar a un chico francés en Facebook que quería comerse las 10 horas de viaje él a cambio de compartir los gastos de la gasolina de su coche, easy. En Sydney el amigo de una amiga me hospedó en el salón de su casa sin haber intercambiado apenas unas palabras por Whatsapp. Viví durante una semana con seis españoles más hablando inglés todo el tiempo, pues mi mejor amigo holandés del roadtrip se quiso unir a mi visita y ayudó en que esta situación se diera. Conocí esta maravillosa ciudad, sus parques y sus playas son tan tranquilos como salvajes e invitan a uno a querer pasar todo el día fuera de casa. Eso sí, noté la diferencia, y es que, Sydney es grande, las distancias las tenía medidas en Melbourne, no aquí, así que al principio cada día es una nueva oportunidad para explorar. En fin de año, queríamos ver los fuegos artificiales de cerca, quizá se cancelaban, -lo que me hubiera parecido obvio dado el alcance de la situación con los fuegos, pudiendo invertir y donar ese dinero en ayudas a los bomberos que están dando su vida, y a los animales y personas que están perdiendo sus hogares-, pero igualmente nos decantamos por un parque cercano al Puente de la Bahía de Sydney para compartir el día en familia, así que, nos juntamos franceses, alemanes, holandeses, ingleses y el español de turno, yo. La oportunidad de ver los fuegos artificiales se dio y no puedo negarla, fue increíble, pasamos el día juntos debatiendo, riendo, contando nuestras experiencias y jugando a un juego de cartas que siempre llevo encima “Big Talk” para conocer más en profundidad a la persona que tienes a tu lado, en definitiva, compartiendo el momento. Puedo decir que fue uno de los mejores días de mi vida, vivir los fuegos artificiales de Sydney con personas que apenas conociste la semana anterior es una sensación que jamás voy a olvidar, fue precioso y perfecto.

 

Llegó el turno de volver a la realidad, y tenía que decidir que hacer las próximas semanas o meses, aquí cada día estás tomando decisiones y solo sabía que ahora sí que sí, quería reconectar con la naturaleza y conmigo mismo. Soy miembro de la aplicación Workaway para hacer voluntariados a cambio de comida, aprendizaje sostenible, alojamiento y experiencias de vida con animales, personas o familias, así que, me puse a buscar oportunidades que me apasionaran. Tengo la suerte de estar moviéndome por este precioso país, sintiéndome seguro de mí mismo y de las personas y servicios que me acompañan y que hacen de mi viaje la experiencia de mi vida. Así, busqué en Perth y cerca de Sydney primero, y no tardé en encontrar Govinda Valley, el lugar perfecto para mí, pues llevo ya dos semanas viviendo en medio del gran Royal National Park llenando mis días con clases de yoga, comidas veganas y workshops sobre filosofía, astrología, mindfulness y sound healing, todo a cambio de ofrecer un poco de mi tiempo trabajando en la cocina o en el jardín. Cada uno elige la vida que quiere vivir, y lo que está claro es que a veces, solo necesitas un empujón, jamás olvides lo que significa tu integridad para ti mismo y sigue tu instinto. Es la primera vez en mi vida que siento una liberación completa de todas las cadenas sociales que yo mismo me ataba, contratar un seguro que me permitiera esta libertad y aprovechar una visa que me permite viajar y trabajar a donde yo quiera hasta mis 30 años es un lujo y una oportunidad que no he querido perder. Al fin soy dueño de mi propia vida, pues Australia me ha dado la semilla de la libertad que necesitaba para plantar en mi propio espíritu.

 

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