Estos nueve meses en Australia realmente han hecho de mí un hombre independiente, autónomo y libre. El tiempo que siempre ha jugado a mi favor, ha ido acumulando una serie de extraños sucesos que jamás habría esperado al comenzar mi viaje. Esto, sumado a las extrañas circunstancias de este 2020 han sido el equivalente a un largo y arduo proceso de gestación personal.
El COVID-19 ha cambiado el mundo, pero mi primera etapa en Australia estuvo llena de humo hasta que empecé a hacer voluntariados, y es que hacía años desde que el fuego no atacaba así a este maravilloso lugar, he conocido a mucha gente que perdió casas, recursos y objetos materiales en un abrir y cerrar de ojos. Hay que tener cuidado con lo que se prevé entendiendo que siempre hay situaciones en la vida que se nos escapan de nuestro control. Encontrar con que Australia nunca había salido en las noticias en España y de repente mis padres no dejaban de ver cómo las llamas se comían parte de este maravilloso lugar era algo digno de ver, pues siempre me mantuve al margen. Fue decidirme por no hacer caso a estos avisos y acto seguido el Coronavirus salió a la luz.
España nunca había estado en los televisores de Australia hasta este momento, junto a Italia, se estaba viviendo algo desolador. El miedo y las medidas han sido más contagiosas que el propio virus, y aunque Australia ha día de hoy es uno de los países más seguros del mundo en cuanto a la pandemia, he conocido y vivido mucho rechazo al backpacker o incluso miramientos a la hora de no ser australiano y decidir quedarme y no rendirme en lo que abarca mi travesía. Han sido infinidad de experiencias las que han rodeado este tema, a lo largo de estos meses las personas han cambiado completamente, el hecho de dar la mano a desconocidos o incluso el estornudar, te hacen ser parte de un juego paranoico al que nunca quisiste apuntarte.
Cuando viajas, obviamente todos estos inconvenientes no ayudan y hacen del tema de viajar algo incómodo a veces. Recuerdo haber tenido infinidad de barreras a la hora de moverme de un estado a otro o incluso el hecho de coger un autobús que te moviera de lugar a algo más de una hora de tu destino anterior… Es importante estar seguro de lo que haces, contratar un seguro que te ayude y que te sea fiable ante cualquier imprevisto, porque amigo mío, en la vida, a veces pasan cosas que jamás imaginarías, pero eres tú el que elige que sean en tu contra o que te empujen a remar más fuerte hacia tus objetivos.
Mi despedida agrícola
Tras pasar algo más de un mes aislados del resto del mundo en esta maravillosa granja familiar, estábamos decididos a dejarlo todo y emprender una travesía hacia lo desconocido. Habíamos compartido infinidad de habilidades juntos, cultivando la tierra, aprendiendo a nutrirla, horneando nuestro propio pan, cocinando nuestro propio jabón e incluso aprendiendo a construir grandes alambrados de vallas con los que mantener a los animales protegidos.
Es difícil dejar un lugar al que consideras después de un tiempo, hogar, pero era el momento. Si alargas demasiado tu estadía por miedo, estás dejando de ser libre y para eso vinimos, para conocernos a nosotros mismos y para retarnos a la hora de enfrentar desafíos. El COVID-19 era algo que sonaba a lo lejos pero que mi familia siempre me tenía presente en la distancia, al final, estás viviendo en medio del campo e irónicamente este ambiente acaba funcionando como una burbuja, en cualquier caso.
Así decidimos emprender un viaje de incertidumbre y muchas dudas, pues queríamos ir hacia el norte de Queensland a encontrar un trabajo en granja que sí nos permitiese extender la visa de cara al futuro, ahorrar y quizá aprender algo nuevo.
Bienvenido de nuevo a Brisbane
El día había llegado, cogimos todas nuestras cosas y nos dirigimos para Brisbane de nuevo. Pedimos el permiso para cruzar de estado y en menos de unas horas, allí estábamos. Gran y extraña ciudad, y con la diferencia de que ahora, las calles estaban desiertas, los hoteles, hostales, restaurantes y servicios de ocio, cerrados. Imaginaros a dos backpackers con mochilas en medio de la ciudad más perdidos que el propio virus con esta situación. En el momento en el que notamos las miradas incómodas de las pocas personas que circulaban por la calle, decidimos huir de las ciudades sin importar el qué. En menos de media hora de habernos establecido en un parque, la inseguridad y la incertidumbre empezaron a afectarnos. Os prometo que cuando viajas decides hacer locuras de todo tipo, así que decidimos dejar todas nuestras decisiones en la respuesta del volteo de una moneda en el aire, curioso cuando juegas las cartas del destino. Así, empezamos a coger trenes y autobuses hacia un destino a cara o cruz y hacia ninguna parte a la vez, pero así funcionó.
El mismo día que llegamos a Brisbane ya estábamos abandonándolo. Día gris, de lluvia y de frío nos avisaba de que debíamos movernos a buscar el sol. Tras invertir medio día dirigiéndonos hacia el norte, una suma de coincidencias, conversaciones con extraños y lectura de señales nos hicieron acabar acampando en medio de una maravillosa playa cerca de la Sunshine Coast: Peregian Beach. Una locura de momento, que jamás olvidarán mis memorias.
Buenos días Noosa
Dormir en una tienda de campaña en medio de la playa es algo que no se hace todos los días, sentir la arena bajo tus pies, bañarte desnudo y percibir las estrellas al anochecer, es algo tan único y salvaje que, con la globalización, es un bien más bien escaso. Es algo que la vida te regala pocas veces a no ser que seas capaz de abrir tus ojos y apreciar cada momento igual de agradecido. Es difícil moverte con mochilas a tu espalda, pero merece la pena. Imaginad el agotamiento de las tortugas. El detalle de hablar con personas que acabas de conocer atrae aventuras que nunca esperarías y solo dejarte confiar en lo que la vida quiere darte o en pequeñas señales que encuentras, es un juego bastante divertido. Eso sí, súmale la diferencia de ver cómo en la ciudad la gente vive acomplejada por el virus y cómo en pequeños lugares la gente en Australia apenas ha percibido un ápice de la epidemia, todo un desajuste.
Un autobús nos dejó en Noosa Heads esa misma mañana, y la diferencia de contrastes fue completamente increíble: todo verde, salvaje, atractivo y surfero, inundó enseguida nuestros ojos y sentidos. Decidimos alojarnos en el primer hostal que vimos, y es que así decidimos tomarnos el viaje, como una aventura sin sentido en la que confiar porque así es como más se aprende, siendo viajero y no turista. Playas, acantilados, árboles, animales que jamás había visto, Australia es ese pedazo de terreno en medio del mar que nunca deja de sorprenderte, porque parece el lugar opuesto a Europa, aquí, todo está al revés. Y así la gente es tan feliz.
Aún seguíamos con la idea de encontrar trabajo en granjas, pero al final acaba siendo cansado y agotador estar cada dos por tres llamando, publicando anuncios o incluso pidiendo ayuda a otros en tu misma situación. Así, decidimos someternos al destino y dejar que pasase lo que tuviese que pasar, y así pasó que fue relajarnos y tomar esa decisión que nos llamaron para empezara at trabajar esa misma semana. Eso sí, la misión consistiría en recorrer más de 20h de distancia en coche desde donde estábamos hacia el norte.
Increíble de creer, pero ocurrió, con los ojos cerrados decidimos coger esa opción. Trabajando en una granja de bananas… según las recomendaciones, era de los peores y más duros de los trabajos que puedes encontrar en Australia, advertido por todos y básicamente en la otra punta de Queensland. Nos dijimos, ¿por qué no? Aceptemos el reto, algo quiere que nos movamos hasta allí. Y así pasó que a la media hora encontramos una chica que al día siguiente nos subiría 4h al norte en una caravana hippie hacia un sitio aún más hippie que ni conocíamos. Fue magia.
Hacia el origen de Australia
Una vez en marcha, el viaje fue ameno comentando aventuras, anécdotas y desenfrenos de nuestra gran experiencia en Australia. Agnes Water nos esperaba con los brazos abiertos, éramos una pareja de backpackers que llegaban a otro destino señalado, esta vez un hostal que llevaba más de un mes cerrado y que casualmente abría al hospedaje esa misma noche. Llegamos al anochecer y sentimos una energía que nos envolvió al instante. Suerte la nuestra, dejamos nuestras cosas y caímos rendidos hasta el día siguiente, dándonos la impresión de que toda nuestra aventura había sido un gran sueño. Este día estuvo lleno de sorpresas inesperadas.
Buscando opciones para llegar a Innisfail, el pueblo en el que habíamos encontrado un trabajo en una granja de bananas sería difícil pues nos esperaban unas 18 horas de travesía. Al sentirnos presionados por la extensión de mi visa que expira en octubre y por la situación de incertidumbre que se vivía en ese entonces respecto al COVID-19 decidimos visitar en apenas unas horas Seventeen Seventy con un guía turístico increíble. Aquel hombre había recorrido el mundo entero en barco y perdió la movilidad en su adultez avanzada al caerse de un peñasco haciendo escalada. Todo un ejemplo pues su infinidad de historias llenaron nuestros oídos y ejercieron de motivación para vaciar nuestra angustia viajera. Aquí descubrimos que en 1770 Australia fue descubierta por el Capitán Cook, un viajero aún más intrépido que nosotros, dispuesto a ir al fin del mundo con tal de descubrir cómo es el planeta en el que nació. De ahí, el nombre del pueblo, 1770, el año en el que este explorador pisó Australia por primera vez.
Cogimos un autobús a las 12 de esa misma noche de 18 horas hacia nuestro destino, tortura para la espalda, pero bendecidos por la aventura. En ese entonces, viajar más de 150km en Queensland estaba prohibido a no ser que tuvieras causas mayores como en nuestro caso, trabajo. Yo aún tenía una mosca en la oreja diciéndome que el trabajo iba a ser más duro de lo que me esperaría, pero aún ni había llegado. Pasar tantas horas en un autobús agota, y es que en apenas 4 días estábamos recorriendo todo Queensland en un abrir y cerrar de ojos. Al final, cuando dependes de una visa y quieres extender es difícil adaptarse o detenerse a ver aquellos lugares que anhelas. Siempre puedes no dejarlo para el final como hice yo, pero he de decir que no me puedo quejar pues he disfrutado como un niño y obviamente si renovara la visa, podría volver a todos aquellos lugares que se me habían quedado perdidos en el mapa.
Innisfail está lleno de bananas
Y qué cierto es, que lo único que vimos al llegar eran bananeros. El lugar no nos dio muy buenas vibraciones desde el principio, por suerte dormiríamos en una casa que alquilaba el propio granjero. El hostal de aquel lugar tenía muy malas recomendaciones, tanto por precio como por estafas, en fin, siempre con cabeza, a lo seguro pero decisivo cuando emprendes una aventura.
Nos recogió el granjero a la hora de llegada y fuimos directos a su casa. Las restricciones que nos puso respecto al COVID-19 no nos sorprendieron, encerrados en la habitación al menos los 7 primeros días antes de empezar a trabajar para ver si nos pasaba algo y la norma de no tocar a otros compañeros. Viviríamos con otras cinco personas más, al lado del lugar de trabajo, literalmente a tres metros de la puerta. Ideal si se te pegan las sábanas por la mañana, vaya. Lo aceptamos sin pestañear, solo queríamos empezara a trabajar. Adaptamos la habitación a nuestro gusto y nos sentimos bastante cómodos, la verdad. Cuando viajas no tienes mucho tiempo para estar tranquilo y mentalizarte sobre tu proceso, esto nos ayudó infinidad.
El primer día que empecé a trabajar, aguanté apenas dos horas antes de dejarlo. Qué exageración, cada ramo de bananas pesaba lo menos 60kg que tendría que ponerme al hombro cada 2 minutos y llevarlo hasta el camión y así durante 8 horas al día. A veces, Australia con los backpackers y el trabajo en granjas es exagerado. Saben que pocas personas o nadie lo haría sin la exigencia de extender tu visa, pero así se lo dije, ni somos esclavos ni estamos por gusto en la mayoría de los casos.
Tras más de 3.000km de recorrido por llegar a un lugar y tener trabajo, lo dejo a las dos horas. Imaginaros mi frustración cuando tomé la decisión de dejar aquella casa. Casi todos nuestros ahorros estaban agotándose y seguíamos sin encontrar trabajo. Así, decidimos publicar el último anuncio de ayuda buscando alguna familia que nos acogiese.
El puente de Cairns
Más de veinte personas nos contactaron para ayudarnos ofreciéndonos puestos de trabajo, lugares en los que quedarnos y recomendaciones de todo tipo. Nos sentimos bendecidos y no era la primera vez que pasaba. Decidimos llegar a Cairns para pasar al menos la noche y decidirnos. Cairns estuvo gris y lluvioso la mayor parte del día y al ser otra ciudad, todo seguía medianamente desierto.
Desde que dejamos la casa teníamos decidido irnos con una familia a ayudarles en el hogar, pero todo se truncó por horarios y distancia y fueron otros destinatarios los que nos acogieron. Jamás dejará de sorprenderme la hospitalidad de los australianos, una mujer junto a su marido y sus hijos nos acogieron sin apenas conocernos. Además, nos dieron las llaves de su coche y de su hogar sin pestañear, ofreciéndonos hasta trabajar en nuestros ratos libres a cambio de recuperar algo de dinero.
Kuranda en el corazón
Viviendo en Kuranda por dos semanas con esta familia, aprendemos e iniciamos varios proyectos, la mujer estuvo ayudándonos en todo lo que necesitamos tanto en cuanto a comida como en contactos. Cuidar de sus niños fue un verdadero placer para nosotros, además, vivir en medio del Raintree forest es una verdadera maravilla, lo único que vives a tu alrededor es naturaleza, sol, comunidad y silencio. A cambio de unas horas al día ayudando en casa recibíamos todo lo que necesitábamos sin pedirlo, fue un sueño y un momento de gratitud personal que jamás olvidaré.
Al hacer amigos, alargamos nuestra estancia, pero obviamente la incertidumbre siempre fue dueña de las dudas cada anochecer. Recuerdo el día en el que casi nos rendimos, mental, física y psicológicamente es cansado y había tantos lugares por ver, visitar y preguntar que al final te pierdes. Deambulando por el pueblo, nos deprimíamos viendo cómo no había nadie que pasease por las calles como nosotros. Siempre soñamos con la idea de vivir y trabajar en Cape Tribulation pero el Coronavirus ha cambiado todo, y el mundo no es menos. Los servicios en general ya no funcionan igual y el turismo es inexistente, no hay trabajo como antes y si querías ser listo, lo mejor era trabajar en una granja, pues la alimentación tanto hoy como en el pasado es lo que siempre se mueve hacia el futuro.
Ese día, recuerdo estar rendido y agotado, pero decidí hacer la última llamada por probar. Siempre he sido más de tenerlo todo calculado y hacer el movimiento que de esperar a que las cosas pasen, pero si algo he aprendido durante nueve meses de viaje es que la paciencia y la confianza marcan un antes y un después. Así, en esa llamada, todo cambió.
Yungaburra fue el sueño
Al otro lado del teléfono una amable chica nos lo solucionaba todo. Tenéis que ir a esta dirección, este hostal será vuestra próxima acomodación, encontraréis una pareja que os ayudará a ir a trabajar con su coche y el trabajo es exacto para los próximos tres meses. Resulta, que había dos vacantes para trabajar en un almacén frigorífico de empaquetado de comida, exactamente, arándanos. Si nos movíamos ya, lo conseguíamos, y así lo hicimos. Es increíble cómo el ritmo constante de viajar es una montaña rusa en sí.
Tras una hora de trayecto desde Kuranda, despedimos a nuestra salvadora con un gran abrazo y un hasta pronto que pesaba en el corazón. Viajar sale caro con las despedidas y es que nunca sabes cuándo volverás a ver a la persona a la que despides. Suelo confiar en que la suerte está de tu lado cuando deseas algo de verdad y cuando manifiestas tu poder sobre el que pase lo que tenga que pasar. Australia ha cambiado mi perspectiva por la del dejar ir y el confiar en que pase lo que tenga que pasar. Así, he llegado hasta donde he llegado siempre sin mirar a tras más que lo necesario, que es para el sentirse agradecido. Ahora que recuerdo estos momentos, no puedo evitar pensar en toda la presión que llevas a veces sobre tu espalda queriendo hacer las cosas de la mejor forma o de la forma más adecuada, y al final, ninguna de las dos existe, porque todo lo que hay es perfecto, todo lo que haces está bien, pues tendrá una consecuencia con la que serás tú el que elija qué hacer; si convertirla en algo positivo o en algo negativo para tu vida. Aprende o pierde.
Sin más miramientos, os digo que al llegar, mis pensamientos viajaban de un lado al otro hasta que vi el hotel en el que nos alojaríamos y sentí una paz indescriptible. El próximo mes aquí iba a ser increíble, lugares que visitar, personas que descubrir, maneras de trabajar y ser creativo y sobre todo, tiempo que aprovechar para dar salida a nuestros proyectos. La habitación y las instalaciones en sí, son antiguas pero encantadoras, gran jardín, y rincones secretos que investigar en nuestros días libres, era más que lo que pedimos. Es recomendable estar siempre abierto a la opción de que venga lo que tenga que venir, pero si es mejor lo aceptaré completamente, aunque sea diferente.
Y es que, lo mejor en sí, fue nuestra impresión al ver Yungaburra, un pueblo lleno de flores y gente súper amable que han acabado invadiendo nuestro espíritu. Cafeterías con encanto, recorridos para explorar y hasta un gran río en el que poder divisar ornitorrincos, que por cierto, dan una suerte increíble.
He de reconocer que hicimos de este lugar nuestro hogar enseguida. Esperando otra semana para empezar a trabajar, decoramos la habitación con dibujos que hicimos y dedicamos nuestro tiempo a meditar, leer, hacer yoga y practicar más y más nuestras pasiones.
Trabajando en Walkamin
Al fin llegó el inicio de nuestra jornada. Cogeríamos el mismo recorrido de media hora todos los días hasta Walkamin, un pueblo de alrededor. Un gran almacén que funcionaba como refrigerador nos avisó desde el primer día de que íbamos a estar trabajando en condiciones bastante inesperadas. Es irónico, subes al norte de Queensland en invierno para vivir del calor y acabas trabajando en una gran nevera. Así compramos todo ropa de abrigo y así nos deshicimos de la ropa más ligera, el cambio empezaba y nuestra nueva vida se estaba estableciendo.
El trabajo en sí siempre fue fácil, enseguida me hice al mando de la zona en la que me designaron y hasta el día de hoy he ido supervisando compañeros y pedidos. El ambiente de trabajo siempre fue bueno y respetuoso, los compañeros son igual que tú y sienten tus mismas dudas y ganas a la hora de trabajar. Cada día es más de lo mismo, a veces hacemos hasta 10 horas de trabajo, pero a cambio de un sueldo que no está nada mal.
Extender la Working Holiday Visa de Travelfine de esta manera era lo ideal y lo habíamos conseguido, tanto viajar, esperar y divagar para saborear un éxito que se sirviera en un plato tan frío. Así lo digo, pues al final, tienes que poner en una balanza con tu esperanza, tus ilusiones, el momento presente y lo que deseas de verdad, y trabajar rodeados por paredes grises y largas horas enfrascadas en repetidas acciones de robot nos han acabado desgastando.
Hoy, llevamos ya cinco semanas de trabajo, y hemos decidido dejarlo, sorprendentemente. La vida siempre hace de las suyas y queríamos sorprender a todas nuestras expectativas con lo que mejor sabemos hacer, tomar decisiones para recordar algún día la vida que vivimos como la mejor de todas. La aventura empieza cuando dejas tu zona de confort y sigues tu leyenda personal. Busca tu corazón en cada camino que eliges recorrer y nunca te equivocarás. Hoy, no sé dónde viviré la próxima semana ni si podré renovar mi visa de nuevo, pero soy más feliz que ayer porque lo que alcanzan a ver mis ojos durante todo este último mes no era más que gris, y probablemente mañana, será todo verde y con el aroma de la aventura, la esencia de la vida.